El hecho de comer bien es necesario para
mantener una buena salud en cualquier etapa de la vida, ya que además de ser un
acto satisfactorio y gratificante aporta los nutrientes necesarios al organismo
para asegurar el crecimiento y desarrollo armónico.
La adolescencia es una etapa se presentan
connotaciones fisiológicas importantes como los cambios emocionales y sociales
y los morfológicos (peso, talla, etc.)
Es importante llevar una alimentación
adecuada desde los primeros años de la niñez y juventud para el bienestar
personal en la etapa adulta de la vida.
Por eso hay que conocer los riesgos que se
corren cuando se modifican los hábitos alimenticios y por qué hay que
alimentarse bien para evitar la aparición de enfermedades como
arteriosclerosis, hipertensión arterial, obesidad, diabetes y otras más en la
etapa adulta de la vida.
A continuación damos algunas pautas que le
pueden servir:
- Función energética:
La energía necesaria variará en función del peso, altura, edad y grado de
actividad física. La ingesta de cereales, legumbres, frutos secos y grasas
aportan energía para realizar cualquier trabajo que requiera esfuerzo.
- Función plástica:
El adolescente cuando gana peso aumenta la masa muscular, su esqueleto
crece más y el periodo de crecimiento dura más tiempo. Los lácteos,
carnes, pescados, huevos, frutas, cereales, verduras, forman y renuevan
los tejidos.
- Función reguladora:
Las verduras, hortalizas, frutas, agua, zumos favorecen al cuerpo y
regulan los procesos metabólicos.
La juventud es el momento adecuado para
empezar a gestionar la propia alimentación. Si son ellos los que escogen y se
preparan la comida, esto produce una mejora en los hábitos alimentarios y está
sentando la base para que la madurez transcurra con armonía.
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